Malvinas: El niño que murió en el crucero General Belgrano

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De todas las historias, tal vez la menos contada, por triste y cruel, sea la de Mario Vilca Condori, un niño, porque no era un chico ni un joven de la guerra, sino un niño de 16 años, que murió a bordo del crucero ARA General Belgrano el 2 de Mayo de 1982.

Tal vez poco contada y menos difundida porque no debía estar ahí,  aunque se hubiese ofrecido voluntario. El estado tenía la obligación de preservar a un menor de edad, estudiante bajo su tutela. Más aún, teniendo un hermano en el mismo buque, pudieron morir los dos. Y otro de sus hermanos en el ARA Bahía Paraíso, que buscó los muertos de ese trágico hundimiento.

Los hermanos Vilca Condori pertenecen a la comunidad originaria colla o Kolla, Los Naranjos de San Andrés, a unos kilómetros de Oran, Salta.

La ESMA recibía jóvenes menores de edad con aprobación paterna, para hacer carrera como marino, lo que no nos consta es que esos padres hayan aprobado que no lo bajaran del buque cuando comenzó la guerra. Hacía casi un año que estaba a bordo, desde los 15.

El estado de la dictadura que nos llevó a una guerra imposible, trágica, mal organizada, con una logística improvisada, también abandono a Mario. Su muerte lo convirtió en héroe, como el consuelo irremediable de quien muere sin necesidad. La guerra en sí, está llena de héroes innecesarios, porque los resultados fueron una catástrofe.

La historia de los Condori es la más triste de la guerra, si bien se han hecho notas, un documental, no es la más conocida. A pesar de ser inédita, casi en la historia de los conflictos internacionales.

Mario Vilca Condori componía la tripulación del Belgrano junto a su hermano, Juan Bautista Vilca Condorí. Mario, el menor de todos los hermanos de la familia, se desempeñaba como panadero. Juan Bautista ya llevaba diez años arriba del buque y era un marino experimentado. Pero hay otro hermano más, Anastasio, enfermero, que fue embarcado el 9 de abril en el ARA Bahía Paraíso, primer buque hospital que Argentina dispuso para la guerra. Así “es el único caso en nuestro país donde tres hermanos consanguíneos participaron activamente en combate”, afirmó uno de los hermanos a un medio de Salta.

Mario, como sus hermanos, había ido a una escuela primaria muy pobre, de la zona de Oran donde vivían. Era el más chico de la familia y se fue a la Armada con 15 años como una salida laboral que le depare un mejor futuro.

Sus facciones de niño, su poca experiencia, la muerte que lo encontró sin escape, cuando el primer torpedo dio en la zona del buque donde estaba, nos hacen pensar por qué su historia no es rescatada para las nuevas generaciones. Juan Bautista, después de buscarlo hasta cinco minutos antes del hundimiento del buque, pudo salvarse gracias a una de las últimas balsas, a la que se pudo subir.

Anastasio llegó a la zona del hundimiento a bordo del buque Hospital Bahía Paraíso, sabiendo que sus hermanos estaban en el buque. Es inimaginable pensar lo que sintió, viendo las balsas, algunas llenas de muertos, buscando desesperado a sus hermanos, en un mar implacable y helado. No los encontró. A Juan lo volvió a abrazar en la base de Puerto Belgrano unos días después y ahí supo que Mario, el niño, no lo había logrado.

La madre de los Condori murió dos meses después de la guerra, sumida en una profunda tristeza, sin noticias de sus hijos, creyendo que los tres habían muerto. 

En el año 2003, pasados ya 21 de la guerra, una ley del Congreso le otorga al padre de los Condoriuna pensión vitalicia por la muerte de su hijo y declara el reconocimiento histórico patriótico, por la participación activa bajo fuego en la guerra de 1982, a las comunidades aborígenes, representadas en los tres hermanos Vilca Condori (S-2402/03).