Relato: Teniente”Chino” Cimbaro Piloto de IA- 58 Pucará Día: 28 de Mayo de 1982-10:30 horas

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IA-58 Pucará en Malvinas : Tres helicópteros menos

Despegamos

Relata: Teniente”Chino” Cimbaro Piloto de IA- 58 Pucará Día: 28 de Mayo de 1982-10:30 horas

Con tan sólo 25 años de edad, Cimbaro ya estaba en su tercer año como oficial y con más de 800 horas de vuelo que lo respaldaban en su tarea de proteger el suelo argentino.

El 28 de mayo de 1982 estaban los infantes de marina británicos (Royal Marines) tomando Darwin. La mañana ofrecía escasa visibilidad, entre 50 y 100 metros de techo, y lloviznaba intermitentemente. Como todo apoyo de fuego directo y en pleno campo de batalla, las misiones se sucedían una tras otra, alcanzando el tiempo sólo para reponer armamento y cambiar los pilotos. Los aviones regresaban florecidos de impactos, pero había que salir igual.

Yo iniciaba mi segunda misión de la mañana y la hacía esta vez con el Teniente Miguel Giménez, como jefe de sección. Despegamos y, bordeando la isla, nos dirigimos al objetivo material. Las elevaciones que hasta ese día habían sido nuestra protección, se habían convertido en nuestro peor enemigo ya que las mismas estaban todas tomadas por los ingleses y el pasar por sus cercanías se transformaba todo en una cortina de proyectiles trazantes y misiles que nos buscaban.

Cuando llegamos sobre las líneas inglesas y próximos a Goose Green divisamos dos helicópteros y de inmediato escuché que el “Sombra” Giménez me asignaba uno de los blancos

Rasantes como estábamos, lanzamos nuestros cohetes en salva. Los del guía dieron de lleno en el primer helicóptero, explotando el mismo en el aire. El segundo fue tocado por mis cohetes, desplomándose a tierra. Vi como algunos de los integrantes intentaban salir del aparato.

En ese instante busqué en vano al guía, oí luego que al restablecer había perdido contacto con el suelo, o sea que se metió en nubes. Ya en la primera salida con el “Nahuel” Vila habíamos comprobado que nuestra única salida de tiro era a 90º y rasante, y así lo hice yo, a tal punto que posterior al tiro se me llenó de barro el plexiglás, de la carlinga, levantado por la onda expansiva de mis cohetes. Giménez efectuó una comunicación más y fue guiado por la base “Cóndor” ya que no enlazaba con el radar. Posteriormente nada se escuchó. Sabíamos que encima de las nubes había una PAC y el Teniente Giménez (*) nunca más regresó.